Una tarde, dos personas; una televisión y dos miradas vivas que no se pierden ni un solo movimento. No se necesita nada más para divertirse. Y no se necesita nada más que una persona a tu lado para que te hagan daño al enseñarte una verdad absoluta...
- ¡Vamos! - grito con una sonrisa, emocionada - Corre, corre... ¡pero corre, leñe! - me llevo las manos al rostro y dejo caer la cabeza sobre el sofá, - Puff, pero será paticorto... - le gruño a la pantalla.
La persona a mi lado me mira de reojo, se está riendo; a carcajadas sonoras, por mí, por la emoción, por todo.
- Sí, sí, ríete todo lo que quieras, pero me da rabia - se encoge de hombros, - si hubiera sido Forlán la habría metido - digo bromeando, porque hasta hace un minuto pensaba que el partido estaba sentenciado.
- Quizá sí - asiente, - probablemente, pero hay otros jugadores que también son...
- ¿Uruguayos? - le interrumpo, - si, claro, eso es obvio genio - me da un puñetazo en el hombro, - ¡ay! ¿qué? - murmuro, - solo exponía lo evidente...
Suspira, negando con la cabeza divertido y algo burlón.
- Qué listilla - fija de nuevo su atención a la pantalla, soltando un grito de asombro cuando casi empatan de nuevo, - ¡Eso es! Joder, ahora si merece la pena esto... no se rinden hasta el final, ¿eh? - se dirige hacia mí.
Ladeo la cabeza, concentrada en los pies del que lleva el balón.
- Sí, pero sólo quedan un par de segundos del tiempo de descuento - miro el reloj, en ese momento sin saber que el árbitro dejaría dos minutos más por su propio juicio, - es un poco inútil, el partido está acabado - me muerdo el labio ante un nuevo fallo de La Celeste. - Y ya sabemos quien es el perdedor.
Él no me mira y parece que me ha ignorado, pero sé que lo ha escuchado. Y por alguna razón, parece que no le ha gustado mi respuesta. Arrugo el entrecejo mirando la pantalla, ¿qué tiene de malo? Yo pensé que prefería una final contra Holanda.
- ¡Sí, sí...! - se pone de pie de golpe - ¡Vamos, vamos! - yo miro la pantalla, inclinada levemente - oh, oh, imposible - ¿Pero qué...? ¡Uuuuuuuy! - se deja caer en el sofá, riendo. El árbitro va a pitar el final del partido. Se acabó. - Princesa - me llama tras unos segundos; sin mirarme, y yo me giro sorprendida, ¿cuántos años hacia que no le oía decirme así a mi padre? - Mira y aprende de estos chicos; y nunca olvides esto: De los cobardes nunca se han escrito historias. Nunca.
(...)
Zas. Sólo puedo decir eso. A tomar por culo mi cara de indiferencia.
Jodidos uruguayos... - sonrío con ese pensamiento, aunque por alguna razón la sonrisa no llega a mis ojos, - eso ha dolido.
(...)
Y aunque parezca que no tiene nada que ver - dependiendo del punto de vista, puede significar algo, mucho, o quizá nada - quería ponerlo. Supongo que en el amor tampoco es bien recibido ser cobarde - o eso dicen - aunque por el momento, eso no tiene nada que ver conmigo.
" Nothing you can sing that can't be sung ... "
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Y un pequeñito gracias para ti, Diego. Por la canción.
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