miércoles, 3 de agosto de 2011

TIme pass away

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Con pasos silenciosos avanzo hacia ella, embelesado, como quien se acerca a un espejismo que teme que desaparezca. En cuanto puedo la rodeo con mis brazos por la cintura y aunque se sobresalta un momento, se relaja con la misma rapidez. Cubre sus manos con las mías, acariciándolas con la yema de los dedos.

- Te echaba de menos – afirma. Aunque no veo su rostro, sé que está sonriendo.


El agarre se deshace cuando se voltea para estar cara a cara. Retrocedo un par de pasos, con una pequeña sonrisa en los labios, contemplándola. La tela del camisón es tan fina que deja ver a través de ella claramente, como un manto invisible, y estoy seguro de que el tacto de su piel es igual de suave con o sin ella. Observo la pequeña arruga en su cuello, la forma de sus pechos, la curva de su cadera. Por un momento me imagino acariciándolo de nuevo. No puedo pensar en nada más, sólo en ella, en mí, en nosotros. Trago saliva. Es perfecta. Siento un cosquilleo en el estómago. Es realmente hermosa.

Me doy cuenta tarde de que sus ojos verdes me han atrapado.

- Dilo – murmura de pronto. – No te lo calles, dímelo.

Aún después de tantos años,
sigue fascinándome la facilidad con que lee en mi interior.

- Eres hermosa – le concedo, alzando la mirada. – Toda tú, pequeña. Completamente hermosa.

- Tócame – su voz suena segura, tranquila.

No dudo un segundo en cumplir sus palabras. Sus pechos, menudos y redondos, se estremecen bajo el tacto de mi mano; los aprieto con suavidad. Siento como sus pezones se endurecen inevitablemente ante el roce de mis dedos mientras mi otra mano, furtiva, se desliza por su costado en una caricia hasta sus caderas.

(...)

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