Arrugó la nariz incoscientemente al sentir las gotas de lluvia golpear su rostro. No servía de nada correr, ella ya lo sabía. Daba igual hacia donde dirigiese sus pasos, todo cuanto había a su alrededor estaba lleno de una oscuridad latente; no había lugar al que huír. Escuchó el eco de una respiración agitada a sus espaldas; pero no se giró. Sintió unos dedos presionar sus labios; pero no gritó. Tampoco gritó cuando el líquido metálico recorrió su brazo con...
- Sonríe.
- ¿Eh? - parpadeo algo perpleja, volviendo a la realidad. Me ha sorprendido. - ¿A qué te refieres? Ya lo hago.
- Quería decir sonreír de verdad.
- ¡Ah! Ya veo, lo siento, "mea culpa" - suelto una risita. - No le des más vueltas, sabes que se me pasará en poco tiempo.
- ¿Y hasta entonces, qué? - gruñe por lo bajo, - ¿Te quedas sentada en silencio sin hacer nada, hasta que las cosas se arreglen por sí solas?
- Es una opción, sí - me encojo de hombros.
- No es tu estilo - responde tozudo.
- Ya, pero ya no hay tiempo para hacer las cosas a mi manera, se acabó - doy por finalizada la conversación y vuelvo a sumergirme en la historia de aquel libro.
Guarda silencio ante mi respuesta, y vuelve a centrar toda su atención en el cuaderno que hay entre sus manos; comienza a jugar con el bolígrafo frustrado. Sus dedos tamborilean sobre la mesa de madera y oigo como suspira de forma cansada, y luego rompe la armonía que se había formado.
- El trabajo duro puede vencer al talento natural - murmura, - eso es algo que tú me enseñaste.
- ¿Eh? - alzo la vista de las páginas del libro, encarando una ceja. Creo que me acabo de perder.
- ¿No lo recuerdas? Cuando dije que nada de lo que hacía tenía sentido, cuando dije que era un perdedor y estaba por darme por vencido... - una pequeña sonrisa se forma en al comisura de sus labios, pero desaparece en seguida, - tú dijiste que hasta un perdedor puede derrotar a un genio con trabajo duro... ¿no es cierto?
- Eso sólo demuestra que soy humana: puedo equivocarme.
- ¿Mentías? - su voz suena algo incrédula, y yo hago un esfuerzo por contener una leve carcajada.
- No, no es tan simple como eso - dejo escapar el aire contenido. - Supongo que depende del momento, del motivo, de la persona... - dudo unos instantes, - pero sigo creyendo en lo que te dije, ¿vale?
- ¿Pero entonces por qué tú...?
- En mí es distinto - le interrumpo, a pesar de que sé que la respuesta no le convencerá.
- No lo entiendo - bufa y busca mi mirada para clavar sus penetrantes ojos rojizos en mí; me siento cohíbida en cuestión de segundos - A mí me da que solo estás buscando escusas tras las que esconderte.
Le dirigo una mirada mosqueada, y el parece bajar los humos un poco.
- Lo siento, yo sólo... - piensa en qué decir, y acaba por volver al principio de todo - ¿Qué sucede contigo?
- Nada. Olvídalo - vuelvo a encogerme de hombros y formo una pequeña sonrisa para él - Sólo que me he hartado de ser la puta excepción que confirma la regla.
" ¿De qué sirve mostrarle a un genio que es un genio... ? "
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